25 de diciembre de 2011

Esos besos que me das;

Ven, amor mío, caminémos bajo la lluvia, sin importar el viento, ni el agua, sin sentir el frío.
¿Qué importa que fuera se desate la tormenta, que el mar suene bajo la ventana y que el vaho empañe el cristal y se lleve la calma?
Al volver a este cuarto la luz de las velas a mi lado te llama.
Aquí no hay cadenas, ni miedos ni penas.
Aquí sólo estamos nosotros, unidos de nuevo, enlazados por el amor, en la negra noche.
Y para mi te reclamo y te robo de nuevo sin importarme el reproche.